La relajación

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La relajación no requiere artificios, únicamente la toma de conciencia de las diferentes partes del cuerpo en tensión y su relajación.

La relajación puede realizarse en breves instantes cuando se ha desarrollado la capacidad para ello.

Dado que lo habitual es que no tengamos esta preparación, es necesario entrenarnos. Para habituarse a la relajación es conveniente practicarla a diario y asociarla con un "disparador". El disparador es una imágen mental, una frase, un objeto que asociamos con la realización de la práctica de relajación.

También es útil al principio la asistencia de una "voz" externa que nos dirija durante el proceso de relajación. Para ello sirve perfectamente una cinta en la que habremos grabado la sesión de relajación.

La relajación es un ejercicio consciente y durante toda la sesión se ha de mantener atención, no tensión. Por ello es desaconsejable realizarlo al acostarse, en la cama. No hay inconveniente en realizarlo antes de dormir pero es necesario diferenciar el ejercicio de relajación de la acción de acostarse para dormir, en consecuencia será mejor no hacerlo en la cama.

Para practicar la relajación nos estiraremos sobre una superficie ni muy dura ni muy blanda. Las manos abiertas mirando al cielo y los pies ligeramente separados y relajados.

Adjunto el texto empleado por Ramiro Calle que puede servir de base al nuestro propio, relatado al ritmo que consideremos más adecuado e insertando las pausas convenientes según la duración que deseemos.

"Vamos a proceder a la relajación. Sitúese cómodamente y observe la máxima inmovilidad. Permanezca muy atento. Coloque la cabeza en el punto de mayor comodidad. Respire lenta y pausadamente, preferiblemente con el abdomen, si le resulta sencillo. Vaya siguiendo mi voz y tomando consciencia de las distintas zonas del cuerpo que voy enumerando para tratar de aflojarlas tanto como le sea posible. Mantenga los ojos cerrados.

En primer lugar dirija la atención mental a los pies y las piernas. Sienta todos los músculos de los pies y las piernas. Sienta todos los músculos de estas zonas y aflójelos. Todos los músculos de los pies y las piernas, flojos, muy flojos, completamente flojos, relajados; más y más relajados; más y más relajados.

Ahora relaje el estómago y el pecho. Todos los músculos del estómago y del pecho se van sumiendo en un estado de profunda relajación, profunda relajación, profunda relajación.

A medida que se van relajando los músculos del estómago y del pecho, también lo van haciendo los de la espalda, los brazos y los hombros. Todos los músculos de la espalda, los brazos y los hombros, flojos, sueltos, relajados; flojos, sueltos, más y más relajados.

Diríja la mente al cuello. Los músculos del cuello, blandos, suaves, sin tensión, sin rigidez, sin tensión, sin rigidez.

La mandíbula, ligeramente caída, floja y suelta, abandonada; los labios, flácidos; las mejillas, blandas; los párpados, profundamente relajados, al igual que la frente y el entrecejo.

Todos los músculos del cuerpo en un estado de profunda relajación. Y cada día la relajación se irá haciendo más y más profunda, más y más profunda y reparadora. Profunda relajación, bienestar, tranquilidad y descanso. Profunda relajación, bienestar, tranquilidad y descanso; bienestar, tranquilidad y descanso."

Al terminar la relajación centraremos la conciencia en la respiración y realizaremos tres respiraciones profundas antes de abrir los ojos. Tensaremos los músculos mientras realizamos una inspiración y los relajamos al espirar, suspirando ampliamente.

No levantaremos lentamente para sentarnos, apoyados, por el costado derecho. No levantaremos la cabeza hasta estar sentados.
 


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